Investigación
Mi actividad investigadora empieza con una intensa y obsesiva dedicación personal, buscando más aportar algo nuevo, añadir un pequeño librito, en palabras de Cajal, a la inmensa biblioteca del conocimiento, que en llevar la biblioteca en la cabeza. El filósofo Whitehead ha señalado con acierto que el investigador busca entender para descubrir, más que descubrir para entender, que es algo más propio del sabio erudito. Quien haya experimentado el placer de ver algo, por pequeño que sea, por primera vez, el “momento del descubrimiento”, queda atrapado para siempre y será difícil que abandone la actividad investigadora.
Mi especialidad es la física teórica de la materia condensada. Se requiere un alto grado de creatividad para encontrar conceptual, matemática y experimentalmente la manera de enfocar lo esencial, de obtener la información precisa que nos permita entender el mecanismo: la emergencia de propiedades nuevas, reducibles, pero no deducibles de las de los constituyentes. El todo no solamente es más; es cualitativamente diferente, de la suma de las partes. La física de la materia condensada, en general, solo prueba teoremas aproximados. En esta aparente modestia radica su dificultad y su grandeza. Es –como toda ciencia– el arte de la imaginación científica, el arte de la aproximación.
Tras mi etapa post-doctoral, mi actividad se extendió a la dirección de investigación, con numerosas tesis doctorales.
He disfrutado colaborando en proyectos con resultados de alto impacto, como se dice ahora, en dinámica de electrónica en sólidos y superficies, interacción electrón-electrón y electrón-fonón, el descubrimiento de una nueva quasipartícula y sus propiedades, el plasmón superficial acústico, la física de atosegundo, tanto en core-hole como en el primer experimento que explica “how they run” como “how they dance”, así como en la existencia y dinámica de electrones en estados topológicos.
Fruto de la estrecha colaboración que hemos mantenido con grupos experimentales de vanguardia ha sido la elucidación del origen de los cortos tiempos de vida de estados electrónicos superficiales de tipo Shockley, la propuesta de un nuevo método basado en la espectroscopía de rayos X blandos para estimar los niveles de la transferencia de carga entre un átomo adsorbido y una superficie metálica, un verdadero control en tiempo real y a escala atómica del transporte electrónico en sólidos, la influencia del aumento angular en dicho transporte e investigaciones recientes sobre nuevos materiales que si bien son aislantes en el volumen son conductores en su superficie.
A lo largo de mi vida ha aumentado la importancia que le concedo a la comunicación científica. Los científicos tenemos la obligación de ser ciudadanos responsables, de explicar a la sociedad qué hacemos, por qué hacemos lo que hacemos y para qué sirve lo que hacemos. Explicar con racionalidad los muchos aspectos buenos de la ciencia, sin ocultar los malos de algunas de sus aplicaciones. Debemos levantar la voz allá donde la intolerancia y la irracionalidad sean defendidas. Se lo debemos a nuestra profesión pues como nos recuerda el gran historiador de Harvard, Gerald Holton, la ciencia se apoya no solo en los hombros de los gigantes anteriores, sino también en las tumbas de muchos que han luchado y sufrido por defender la racionalidad y el pensamiento crítico.
Hoy, el desarrollo exponencial de la investigación científica hace prácticamente imposible el hombre del renacimiento. Debemos aspirar y construir equipos del renacimiento. Creo en el trabajo en equipo, sin olvidar que una idea surge siempre en la mente de una persona. A lo largo de mi vida he tenido la suerte de colaborar con numerosas personas extraordinarias. Me siento muy afortunado. A todas ellas mi profunda gratitud por lo que juntos hemos construido.